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III ) EL "AGNUS DEI" Y EL MISTERIO DE LA BALANZA

(La Espada cruzada sobre el Cáliz que se colma)

La Sangre del Mundo circula en las venas del Hombre Encarnado y recalienta su ser desde el interior, mientras que el exterior se une a esa comunión del "Vino" una lluvia de un Maná Celeste y una luminosa comida hecha con Todas las sensaciones.

Sobre el Altar de la Frente Humana, el Dios del Universo y el Dios Hombre son semejantes a un sacerdote que celebra la Unión del Sol y de la Luna. Es el "Pensamiento" del Hombre, quien es hecho para reflejarlo y recoger su fruto.

Con la forma de una creciente lunar, la Copa del Alma se ofrece al Divino cada vez que el Yo piensa. Cada pensamiento bien formado, es un cristal, es como un espejo plateado en el fondo de esa copa y el fuego que ponen esos pensamientos en movimiento, es como la Sangre que llena el Cáliz. Pero la materia con la cual está hecha esa ánfora, aquel espejo perfecto del Mundo Máximo, el metal de "Afrodita Inmaculada" no es de plata muy pura aún, sino cobre amarillo y resonante. En su forma de cono luminoso abierto hacia las alturas, ese Cáliz del alma evoca la vocal "A" invertida, dos brazos abiertos abrazando los cielos con un gesto de gratitud y de admiración infinita.

Sobre el ánfora de cobre, plateada por dentro, está colocada una espada de hierro que la protege con su cruz. Es así como el eterno femenino, que nace de la onda purísima, está guardado por un caballero sin tacha de rasgos marciales y con brazos cruzados sobre el pecho formando la vocal "E".

Pero los ojos de ese caballero de hierro, del "Dios Aries" están elevados hacia el firmamento celeste, donde eligió su primera "casa" y de la cual descendió la Blanca Paloma. No es una Paloma muy frágil y alada, sino un otro Dios - un Dios de todos los Dioses que se ofrece, al descender de las grandes alturas del Zodíaco. Es el "AGNUS DEI" del Mundo, es el Cordero de las Pascuas que, desde hace miles de millones de siglos (tres grandes "manvataras", tres respiraciones del Padre del Mundo), es como el corazón de cada Jerarquía Divina y que se acerca mientras desciende del Cuarto Mundo. Seguía y sigue, en su eterno descendimiento, una línea vertical semejante a una flor perdiéndose en el Infinito y viniendo del Infinito. Es el eje de Todo aquel Gran Universo, pero que puede llegar a ser el eje (si el hombre lo quiere así) de la Naturaleza moral del Microcosmo.

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Es por eso, que el caballero que cruzó su espada sobre la Copa de Venus, eligió su "Casa" en el signo de "Aries" (Morueco), para fraguar su Lanza, desde la gran vertical del Mundo, desde esa línea siempre recta que viene de los cielos y para acompañar fielmente al Cordero de Dios en su descenso.

Mientras que Marte, con su voluntad tendida, se fue al encuentro subiendo la escala de los cielos hasta "Aries" por su parte, su gran vecino planetario, el olímpico y luminoso Júpiter, colocó su vocal de protección (la "O" que lo abraza todo) en el signo del Cazador Celeste, el Centauro fogoso y voluntario, el signo del Sagitario. Es así que se realiza un cruce celeste en el microcosmo del alma: Marte, no obstante su afinidad para con el signo de Sagitario, empieza su primera actividad en la Casa de Aries, y Júpiter, el pensador apacible, mientras que esculpe las formas e imágenes alrededor de la frente humana (protegiéndola con su "O"), deja esa zona de Aries para entrar en el Signo del Gran Cazador y apuntar las ideas con sus flechas. El blande esa flecha en la forma de una "L" luminosa que le presenta Mercurio, su compañero de pies alados y ligeros, exclamando: "Yo Soy". Es el signo vertical que evoca la conciencia, ese Caduceo adornado con dos alas, aquel emblema de la Concordia y... de Libra (la Balanza).

El guardián del pequeño umbral, el umbral del fondo del alma subconsciente, guía en los infiernos y como el enviado de los dioses, lleva su varilla hechizada, con dos Sierpes opuestas, como una "libra", como un veredicto del juicio en que la luz parte de las tinieblas. Mensajero de lo Celeste, en los bajos fondos, baja y asciende, danza con pie ágil, une y rompe, se mueve con una flexibilidad extraordinaria, mientras que centellea en el crepúsculo.

Era difícil separarlo de su vecina, (Venus) salida de las ondas y se le llamaba HERM - AFRODITES, interponiendo sus relaciones con el Zodíaco (el signo de Virgo y el signo de Libra).

Los diálogos entre el Yo del Hombre y las estrellas y los planetas, tienden a purificar a Venus y le devuelven su antigua morada bajo la protección de la Virgen del Mundo.

Detrás del panorama de lo visible, adornada por el Sol de todos los colores, Afrodita en la Naturaleza se ofrece completamente y sin restricción a la Madre de todas las madres. Y Hermes, como el que lleva la antorcha del otro Sol, el Sol que luce a media noche -aquel TOTH, Dios de las almas difuntas- se hunde en las profundidades de las nieblas del subconsciente y sale de ellas vencedor para subir de nuevo a la superficie del Pensamiento, como portador de las esencias escasas que eligió minuciosamente, a fin de que puedan lucir en las esferas apacibles y ovales donde reina su maestro Zeus, el Constructor de la Unidad. Manteniendo una comunicación entre lo Bajo y lo Alto, Mercurio se encarga al mismo tiempo de unir la periferia con el centro. Se lanza en el espacio visible y tangible, presta tonos y subtonos a los colores, parcelas de la Naturaleza, los asocia, une el exterior con el interior, hace circular todo, enlaza y desenlaza... Algo similar al trabajo de los pulmones en un cuerpo físico -el órgano que aspira

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y expira-, él lo hace en una esfera etérica de una luz supra-física, él lo introduce en el mundo de los pensamientos.

El hombre que piensa es semejante a un ser que ahora ensancha, ahora encoge su pecho al respirar. Una vez es un vaivén del aire en movimiento rítmico; otra vez es, en la esfera del pensamiento, un flujo y reflujo de una sustancia divina. Pero la respiración se hace por sí misma sin esfuerzo, mientras Hermes en las esferas del pensamiento, desempeñando el papel del Pequeño Guardián del Umbral, espera el esfuerzo constante y muy vigilante del meditante; si no le "hurta" su conciencia y... sólo le ofrece ensueños.

En el sitio donde ocurre la primera vez el encuentro de la esfera luminosa (hecha con la circunferencia que desaparece en un punto para aparecer de nuevo en la periferia de esta esfera), en el encuentro con su eje (relación entre las profundidades y las alturas), ahí sobre este primer cruce de los caminos del etérico y del espiritual, ahí sobre ese altar de mutación entre el Cielo y la Tierra del cual el hombre es el intermediario modesto y valeroso, en el sitio donde ocurre también el encuentro de la Paloma del Espíritu que se adelanta al "Agnus Dei" en su descenso hacia lo bajo: se lanza HERMES con el pie ligero y el brazo en alto (signo de la vocal "I") presentando su caduceo como emblema del ritmo, mientras que tras de él, al pie de la columna del Mundo (en el camino vertical del descenso del Cordero) aparece su opuesto en el Zodíaco: el signo gigantesco de la Libra.

En este signo se funda la Moral de nuestro Mundo, ese Decreto Supremo de la Conciencia del Universo, el "Sí" y el "No" primordial de los Querubines en el origen. Es esta Balanza la que tiene el Gran Arcángel en su mano derecha, contemplando al Hombre, con una gravedad serena, llena de Prudencia y de Amor, él que es la encarnación de la idea primera de la Armonía, del Juicio Primordial de los Querubines: el Arcángel Miguel. Es, gracias a él, que el Sol exterior y visible encuentra, en el altar de la Frente Humana, el otro Sol, interior e invisible (el Macrocosmo uniéndose al Microcosmo) y.... el Hombre, si anhela "pensar", tiene su cometido en esa Grande Unión.

No es ya una pequeña alondra de los campos, no es ya una paloma rosa blanca de Venus que sale de la espuma de un mar ondulado y centellante (gracias a Mercurio su amigo); es un Águila, un Águila blanca, el águila inmensa que baja de la cúpula de la Catedral del Mundo, de la esfera, donde semejante a un Cáliz centelleante brilla en el signo Zodiacal del "Agnus Dei". Y a los pies del águila está resguardada por los Querubines, guardianes del Umbral Divino, la Base de la Armonía Universal, representada por la constelación de la Libra o por San Miguel el Arcángel, que la pone a la disposición del HOMBRE VERDADERO.

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Respetable Jñápika Gurú Dr. Pablo Elias Gómez Posse.

E Mail: aum_jnapika_satya_guru@hotmail.com

gurupabloelias@uolpremium.net.co
 

 

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